Los influenciadores no sirven para vender

Los influenciadores se pusieron de moda y la gente cree que va a vender y vender gracias a ellos. Grave error.


Este tema no había querido tocarlo porque sé que me meteré en problemas...

Pero qué hijueptas, no importa.

Ya es hora de que alguien lo aborde y diga un par de cosas para que la vaina evolucione.


¡Empecemos!

Este rollo tiene muchos protagonistas, desde las agencias, las marcas, los que traman bobos con números, los que viven de esto, los que creen que de verdad tienen algún tipo de influencia, hasta los que no tienen ni idea qué significa.

*Vuelve a tomar aire.

El rollo es simple, el tema de creerse "influenciador" en Internet ya se salió de las manos.

Hay gente que saca pecho diciendo que tiene trillones de retweets, likes, seguidores y mierdas de ésas.


Y, oh sorpresa, no tienen empleo.

Nos creímos la película de ser influenciadores.

¿Cómo carajos es posible que alguien que tiene tanta "influencia" sobre los demás esté buscando empleo?

¿Acaso su influencia y el creerse referente de X o Y tema no le da para que sus seguidores se estén rasgando las vestiduras por contratarlo?

¿No tiene acaso taaaaaaanta influencia como para tener un proyecto propio, una agencia o una empresa que se muevan solas gracias a su conocimiento?

¿No se supone que es el putas en lo que habla y promueve?

Uno ve perfiles en Twitter, principalmente, de "peladitos" que con sólo hacer un barrido por su foto de perfil, bio y un par de tweets, sabe que los 100k 350k y cifras escandalosas no corresponden a la realidad.

¿Cómo se logra esto?

Fácil, por medio de decks, grupos, social exchange y técnicas de "black hat" que funcionan para tramar bobos y llenarse de números inútiles.

¿Dónde está el problema?

Cada vez es más jodido descubrir estos trucos.

Cualquiera puede llenar un perfil de seguidores con herramientas o plataformas de intercambio de favores y autoproclamarse emprendedor o Dios de X tema, sin haber hecho un carajo en la vida.

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Hacer ruido no es igual a influenciar

¿Quién tiene la culpa?

Todos.

Todos dejamos que esto fuera tomando fuerza, por pereza, por falta de investigación, por querer cumplir con números que se ven bonitos, pero que no significan un carajo.

Números que se traducen en cero ventas, en cero resultados en la caja.

"Uy, mira, esta mención obtuvo tantos RTs, likes, comentarios y no vendimos ni una puta caja de chicles".


El reto está ahí, en ver cómo se pasa de interacciones inútiles a resultados tangibles.

Y es bastante jodido.

La cadena es como un uróboros. Es decir, esa serpiente que se come su propia cola y no sale de ese ciclo.

La vaina funciona así:

El cliente/marca quiere ver números y la razón es que su competencia tiene números.

Pura y física envidia, motivada por el ego.

Entonces, la agencia se ve en la tarea de "hacer magia" o sacar números de la manga que orgánicamente pueden llevar años en lograrse.

Paso siguiente, busca "influenciadores" que les ayuden a obtener esos números.

No importa cómo.

Growthhacking para aparentar.

Al final, sólo son números, cómo cuando uno ve el saldo de la cuenta bancaria, son sólo números, nada tangible.

En otras palabras, es un pajazo mental.

Entonces, ese joven que no tiene trabajo, pero sí mucho tiempo libre, empieza a buscar la forma de publicar cualquier estupidez y ponerla a andar.


Por ponerla a andar me refiero a ganar interacciones a punta de métodos que en algunos casos son interacciones de bots y cuentas falsas.

Y en otros, de usuarios aleatorios que vieron el contenido, les pareció gracioso, pero no tienen ni puta idea quién es el que lo publicó (ni les importa).

Seamos francos, si uno no es actor, cantante, artista, político, youtuber reconocido o una figura pública que no sólo es conocida por Internet, sino fuera de la red, es absurdo y fantasioso que obtenga tanta atención e interacciones.

Somos del montón, somos gente común y corriente que al salir de Internet y pisar la calle nadie sabe quiénes somos, nadie se bota a pedirnos un autógrafo y tomarse mil fotos.

Pero nos terminamos comiendo el cuento.

Y se lo hacemos creer a la agencia, al cliente y a todo el que tenga menos seguidores o interacciones.

Al principio, la vaina era con los seguidores.

Alguien tenía muchoscientosmil seguidores, pero cero likes, RTs y comentarios.

¡Ahora no!
Ahora el panorama es tan desolador, que son cientos y miles de interacciones sacadas de la manga que se pueden comprar, intercambiar y conseguir, sin ningún problema.

Ahí es cuando se vuelve muy jodido saber quién dice la verdad y entran en juego otros factores.

Factores como el sentido común.

Sentido común para entender que alguien que no es bonito, no es gracioso, no llama la atención, no tiene (aparentemente) algo que lo haga "especial", seguramente no es alguien que tiene influencia sobre otras personas.

¿Por qué habría de tenerla si no tiene nada que lo diferencie del montón?


Es más, nadie sabe cómo se llama, ni qué hace.

Es alguien sin credenciales en su campo.

En fin...

El contenido es y seguirá siendo el rey. Ésa es otra buena pista.

Si alguien no crea su propio contenido, ¿por qué lo van a "admirar"?

Ahí es clave analizar qué es realmente la influencia.

La influencia puede entenderse como ese poder o control que se tiene sobre otros.

Álvaro Uribe es un ejemplo muy hijueputa de influencia.

Las bandas de rock también.

Cualquier figura que impone algo y genera un cambio de comportamiento o que ordena/obliga a otros a que lo hagan (y lo hacen), eso es influencia.

El ejemplo más claro es: si alguien dice que se tiren por la ventana, ¿se tiran?

Entonces, ¿dónde está el error actualmente?


En la estrategia.

Las agencias encargadas de contratar y buscar influenciadores no están haciendo bien la tarea.

El cliente les pide aumentar ventas y ellos lo traducen en aumentar interacciones fantasma.

¿Cuál era el objetivo de la campaña?

Ese rollo de llamar la atención o ser tendencia en Twitter, jamás se traduce en ventas directas de entradas a un evento o compras de un producto/servicio.

Todos lo saben, pero se hacen los maricas porque sencillamente les conviene.

Y es obvio, ahí es donde comerse su propia cola (callado) sirve.

Si el objetivo es vender, ¿para qué puñetas quiero yo un poco de likes y RT falsos en la cuenta de alguien que me asegura que es influenciador en X o Y tema?

¿Qué logro con eso?

La mayoría de campañas que cuentan con influenciadores tienen como objetivo que la gente asista a un festival, a un evento, concierto, taller y al final no pasa.

Nadie se termina tirando por la ventana.



Ahí es cuando se entiende por qué es más importante ser una figura pública, alguien a quien todo el mundo admira y el solo hecho de decir que asistirá a X evento, ya les vende la boleta a los que quieren ir a conocerlo.

Claramente, hay casos de éxito.

El popular "fingir serlo, hasta lograr serlo".


Es claro que los creadores de buen contenido, principalmente en video, la están rompiendo y están pasando del anonimato a ser figuras públicas, gracias a las piezas que crean, no a los números que sacan de la manga.

A un influencidor de Twitter o Instagram promedio no le pasa eso. Sencillamente, porque sus números son falsos y su influencia no existe.

Robarse memes y frases no es igual a ser un creador de contenido.

¿A los cuántos likes o RT venden un paquete de papas fritas?

Todo se reduce a mostrar números de la cola a la cabeza.

En otras palabras, la cadena que comenzó en el ejemplo de arriba, empieza a devolverse:

Al final del evento o actividad, el influenciador contratado muestra los tweets y publicaciones a la agencia, con flamantes cifras que no son orgánicas, sino fabricadas.

Luego, la agencia o mejor dicho, el ejecutivo de cuenta, el analista o el PR que tiene que poner la cara, asiste feliz a la reunión con el director de cuenta para mostrar al cliente/marca.

La marca, con una gran sonrisa, recibe los números como abriendo el regalo de Navidad que ahora va a poder presumirle a su vecino (la otra marca que inicialmente le generaba envidia).

Fin del ciclo.

Ahora, ¿qué carajos se puede hacer?


Primero, definir una puta estrategia realista, organizada, que no dependa de unos cuantos maricas que consiguen números a cambio de plata, boletas al FEP o hamburguesas.

¿Quiere vender?

Haga lo que hace Linio, póngale un puto precio, segmente y paute en Facebook como si no hubiera mañana.

Las redes sociales, Google y Mercado Libre (Amazon, eBay) son su vitrina para vender.

Hay que ser muy estúpido para creer que una estrategia basada en la recordación/visibilidad/awareness va a generar ventas inmediatas.

La publicidad sirve. Lo tengo claro.

A mí me la montan cada vez que me tomo una cerveza Redd's. No hay que decir más.

Si quiere que todo el mundo se entere de su evento, paute y segmente; si quiere que le compren, paute y segmente.

Si quiere tramar bobos con números, sólo contrate peladitos desempleados que se los consiguen.

¿Quiere vender, llamar la atención, que todo el mundo se entere de su lanzamiento, nuevo producto, promoción, generar recordación y decirle a su competencia que la tiene más grande?

Pues haga una puta estrategia completa, con la claridad suficiente para saber qué objetivo se cumple con cada acción y a través de qué canales.

Los influenciadores sirven para dar visibilidad, no para vender.


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Cuando empiecen a buscar creadores de contenido en vez de "influenciadores", la vaina va a cambiar.

¿Por qué funcionan los decks?

Porque cuando un contenido es bueno y se le da exposición/alcance, la gente lo valora de forma orgánica.

En otras palabras, un buen contenido no necesita una cara fingiendo ser experta, sólo necesita ser expuesto al público.

Si yo fuera ustedes, pagaría por la creación de contenidos y me encargaría de segmentarlo y pautarlo/exponerlo.

Es más útil conseguir una autoridad en el tema y pautar su contenido, que buscar a un pelagato con números que, aparte, tampoco sabe.

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